lunes, 22 de agosto de 2011

domingo, 14 de agosto de 2011

Editorial El Rollo 9




El ser humano y el futbol

Abrimos la novena edición de la revista El Rollo para hablar de un tema con el que todos, de una u otra forma, tenemos contacto, el fútbol.

En Latinoamérica es el deporte rey, las secciones deportivas en los noticieros ocupan más de la mitad de su contenido en hablar sobre ligas, campeonatos, amistosos y demás. Existen un gran número de programas de opinión sobre fútbol, más que para otros deportes.

Colombia no es la excepción, respiramos y nos venden fútbol todo el tiempo, incluso hay deportes que a nivel internacional nos han dado más logros como el patinaje o las pesas, pero aún no logran captar el fervor total del colombiano que se deja llevar por la fiebre de fútbol que le inyectan los medios de comunicación.

Incluso aquellos que no gustan de este deporte deben cambiar actividades y horarios para acomodarse a las transmisiones de los partidos que terminan afectando las parrillas de programación de los canales.

Entonces surge una pregunta: ¿qué lugar ocupa el ser humano en el fútbol? Es importante preguntarse esto ante esta oleada de jóvenes que buscan una oportunidad en los equipos profesionales, rompiéndose el lomo por una oportunidad y a los cuales los remuneran con agua y el pasaje para los entrenamientos. Con anhelos de llegar a ganar algún día lo que reciben Messi, Kaká ó Radamel Falcao, frente a la difícil situación de los equipos del rentado nacional, la mayoría con un déficit que amenaza quiebra.

En un mundo con tantas necesidades es irónico ver las cifras económicas con las que se compran jugadores, cifras que cada día crecen, como si estuviesen en una competencia de poder, que contrastan abruptamente con el nivel y calidad de vida de los seres humanos comunes y corrientes que escasamente sobreviven con lo que pueden.

Un hecho no menos significativo es la manera como son tratados los jugadores de fútbol que gracias a su potencial y habilidad son representados por personas que los manejan a su antojo, vendiéndolos como mercancía en los mercados nacionales e internacionales, sembrando ilusiones de fama y dinero que terminan por corromper sus ideales, dejando atrás la pasión por su profesión para ser esclavos de una mina de oro, que en muchos casos, no dura.

En un año con tanto fútbol, una Copa América que hace poco terminó, dos mundiales, uno femenino donde nuestra selección fue eliminada en primera ronda, el mundial Sub- 20 de la FIFA cuya sede es Colombia, con inversiones astronómicas para ciudades con un alto grado de desempleo y pobreza como Armenia y Pereira, con la liga colombiana y las eliminatorias al mundial Brasil 2014 a punto de iniciar, dejamos a su consideración estas reflexiones en las que sus autores tratan de encontrar el papel que juega el ser humano en el fútbol.

jueves, 11 de agosto de 2011

La fe y el fútbol





No es fácil escribir sobre este tema tan especial y profundo, mi profesión como tal, me hace tener la oportunidad de orientar a grupos de personas de sexo masculino que tienen diferentes creencias, religiones y actitudes frente a las cuales, como director de grupo, trato de dar una orientación y aunque soy católico respeto al máximo la espiritualidad de cada jugador.




Trato siempre de orientar por medio de parábolas que dejen enseñanzas sobre temas espirituales y el manejo de las emociones, aspecto fundamental en este deporte porque de ello depende el desempeño en el terreno de juego.




Nuestra sociedad ya poco cree en un ser superior y menos en las personas que lo representan aquí en la tierra, pues son comunes las noticias que no corresponden con lo que son y con lo que hacen.




En todos los equipos de fútbol se encuentran jugadores que se apoyan en ese ser superior para que los ayude e ilumine en su trabajo, los libre de lesiones graves y además les de la victoria, pero hace falta educar al futbolista para que comprenda que la fe es importante pero debe ir acompañada de la dedicación al trabajo, su esfuerzo diario en los entrenamientos, el amor a la institución y a los hinchas, todo esto en suma hará que triunfe. Es necesario que entiendan que cada uno debe poner su granito de arena, de lo contrario no se logrará el objetivo.




Dios no nos hará ganar el partido, pero si contamos con su bendición y le aportamos nuestra acción seguramente lograremos lo que nos hemos propuesto. No debemos escudarnos en Dios para conseguir nuestras metas, él nos ama y quiere que coloquemos de nuestra parte para construir cosas grandes.




Agradezco a Dios el haberme permitido escribir estas líneas para la Revista El Rollo y confío en que sigamos aumentando nuestra fe sin soberbias ni vanidades que no conllevan a nada.

Especial para El Rollo:
Néstor Otero
Director Técnico Atlético Huila